Dureza innecesaria
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Dureza innecesaria

Por Deborah Buiza

Hay momentos difíciles que nos ponen a prueba y no siempre salimos triunfantes, simplemente algo falla o no quedamos conformes con el resultado, entonces comenzamos a cuestionarnos con el propósito de aprender de la experiencia (porque nos han dicho que de todo se aprende) pero de tanto darle vueltas podemos caer en el pozo sin fondo de la crítica malsana o del juicio negativo, ese en el que lejos de observarnos para saber en qué mejorar nos devuelve una idea negativa, distorsionada y falsa de quienes somos o de lo que podemos hacer.

Y es que en algún momento aprendimos que la autocrítica es necesaria y entonces, sin cuidar la manera en la que nos dirigimos a nosotros mismos, realizamos un ejercicio en el que nos miramos y no salimos bien parados, incluso podemos llegar a ser tan duros y ponemos la vara tan alta que nos vemos y nos hacemos sentir lo peor de lo peor.

El problema con un juicio tan severo, con la sobre exigencia y las altas expectativas es que nos restan energía para trabajar por nuestros proyectos, nos inyectan tristeza, vergüenza y culpa por aquello que creemos que hacemos mal o porque pensamos que no somos como “deberíamos” ser.

El riesgo de encontrarnos debilitados por un alto juicio es que quedamos vulnerables, dejamos la puerta abierta para otras voces que se dan el permiso de opinar o criticar sobre nosotros y lo que hacemos, y a quienes les dejamos carta abierta para lastimarnos con sus opiniones, y el asunto delicado de esto, es que no todas las personas que emiten una crítica sobre uno tienen buenas intenciones.

Y si, seguramente hay muchas cosas en las que trabajar para crecer y encontrar la mejor versión de nosotros mismos, probablemente hay temas a los que hay que dar carpetazo para poder salir adelante, pero mirarnos de manera sobre exigente puede abrumarnos y complicar el proceso.

Necesitamos aprender cual es el mejor momento para evaluarnos, qué preguntas hacernos para descubrir mejores formas de hacer las cosas y crecer, detectar aquellas ideas que nos hacen fustigarnos y lastimarnos porque sentimos que no cumplimos, que no alcanzamos, que no somos o que no hacemos.

Es esencial tratarnos y mirarnos con cortesía, compasión y especial cuidado, evaluarnos con cariño con la idea clara que somos nosotros, y nadie más, los encargados de nuestro auto cuidado.