El precio de la fama en la lucha libre
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El precio de la fama en la lucha libre

Redacción ANCOP

Dicen que lo difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse en ella. Hay quienes afirman que el duro camino al estrellato no es nada comparado a las dificultades y tentaciones que llegan después, puede que tengamos muchos ejemplos en la cultura popular para evidenciarlo, pero el día de hoy conocerás el lado oscuro de la fama en el deporte.

Uno de los espectáculos y deportes de contacto físico más aclamados por el público es la lucha libre. Contrario a las creencias que se tengan, la lucha libre es una institución en América Latina, teniendo a México como el mayor exponente de este deporte.

La particular historia de uno de los luchadores que vio la popularidad y el fracaso en el mismo lugar es la que nos trae hasta aquí. Posiblemente no lo recuerdes ni ubiques, pues su estrellato en los 80’s no le tocó a las nuevas generaciones, pero si le preguntas a tus tíos o a tus padres por Ultraman, te aseguramos que lo tienen presente.

Debajo de la máscara de Ultraman, se encuentra Ventura Chávez Pérez, nació el 14 de agosto de 1947 en Coroneo, Guanajuato. Desde muy pequeño su familia decidió emigrar a la Ciudad de México. Al llegar a la Merced comenzó a practicar boxeo, pero más tarde cambió los guantes por las botas, para dedicarse a la lucha libre de lleno para intentar ganarse un lugar en el pasillo de la historia de este deporte.

Cómo historia de una película de Rocky, Ventura se le otorgó la oportunidad de debutar después de tener un entrenamiento especial para salir a la arena Coliseo, esto gracias a Alejandro, un luchador conocido en el sector amateur quien se dispuso a enseñarle a Ventura todo lo que necesitaba para ser un buen luchador.

Aunque en un principio debutó como Milo Ventura, unos años después y tras una serie de enfrentamientos tanto victoriosos como desafortunados y su licencia de luchador profesional, Ventura se puso la máscara que lo acompañaría en toda su carrera, la de Ultraman.

Para 1970, Ventura ya había sufrido accidentes en el cuadrilátero que lo habían dejado en rehabilitación, sin embargo, su espíritu de guerrero lo mantuvo firme ante cualquier pronóstico para salir a dar un episodio más.

El cielo ni siquiera era límite para Ventura, pues el ascenso de Ultraman cada vez se veía más alto de lo que una vez llegase a imaginar, así que su afición por pasar a otras ligas y seguir creciendo, lo llevó directamente al piso de donde se inspiró para el nombre y aspecto de su personaje en el cuadrilátero: Japón.

Así es, Ultraman es una serie de origen japonés de un policía robot que patrullaba las calles y lucha contra el mal, de ahí Ventura obtuvo su inspiración para su máscara y movimientos, pues es lo único que veía mientras estaba en el hospital recuperándose de sus lesiones, lo que lo llevó a motivar su camino para ser tan fuerte e invencible como el mismísimo Ultraman.

Llegando a Japón, el luchador causó sensación, pues el estilo de lucha que traía era muy diferente a lo que los japoneses conocían y a lo que estaban acostumbrados, por lo que como es de suponerse, Ultraman lideraba las listas de popularidad y obtuvo una gira completa para dar peleas de exhibición en todo Japón y Corea del Sur.

Aunque todo era un gran sueño, durante el tour Ultraman, ocasionó un accidente automovilístico por manejar en estado de ebriedad y aunque salió ileso del aparatoso choque, los pasajeros del otro auto no tuvieron la misma suerte, ya que, murieron del impacto, pero debido a su influencia con algunos políticos al mando del país Nipón, quedó impune el caso contra Ultraman.

Eso fue sólo el inicio del declive de su carrera, pues en tan sólo cuatro meses después, Ultraman perdió la oportunidad de firmar con la NJPW y fue despedido, tanto de la EMLL como de UWA, por lo que llegó a Tijuana para probar suerte sin saber, qué ya no sería lo mismo.

En la frontera perdió la máscara en cuatro ocasiones, una ante Brazo de Oro, otra contra Cinta de Ojo en Ciudad Juárez, frente a Sangre Chicana, en Nuevo Laredo y con Halcón de Oro en Reynosa. Al perder la dignidad en la lucha libre, sus amigos políticos lo ayudaron para lanzarlo por la presidencia municipal de Nezahualcóyotl, pero por problemas legales arraigados del accidente en Japón, decidió salir de la contienda antes de que lo metieran a la cárcel.

Debido a ello, se retiró de la lucha libre e ingresó a una iglesia tras percatarse de sus problemas de ego y avaricia. Al verse en la quiebra total, terminó trabajando cargando bultos en la Central de Abastos de la Ciudad de México. A finales de los noventa, volvió a su carrera política y se convirtió en diputado federal, donde logró prosperar un tiempo.

Ahora, sin el ego que lo caracterizaba y consciente sobre su oscuro pasado, Ventura Chávez pasa sus días dando su testimonio a los aficionados más jóvenes y longevos sobre su paso en la lucha libre, así como charlas en las iglesias y gimnasios de lucha, dando platicas sobre los excesos y la avaricia, dos aliados que se volvieron los enemigos de su carrera como luchador profesional.