Las creaciones del artista ruso Aivazovsky presentan un viaje a través del agua
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Las creaciones del artista ruso Aivazovsky presentan un viaje a través del agua

Por María Esther Beltrán Martínez | Fotos: J. Carlos Santana

Málaga, España.-  En estas vacaciones de verano la cultura no debe perderse y la Colección del Museo Ruso de Málaga muestra 25 obras del artista ruso Iván Konstantínovich Aivazovsky, que provienen de colecciones que fueron particulares de los monarcas o los Grandes Duques. Ahora el público tiene la posibilidad de disfrutarlas en Málaga.

Aivazovsky es un artista internacional, que viajó por diferentes partes del mundo dejando obras en los principales recintos culturales.

“Su arte es apreciado con idéntico placer tanto  por el profano como por el entusiasta más sofisticado o el profesional erudito. Las obras de Aivazovsky gozan de un éxito comercial  imperecedero. 

Según propia confesión, el maestro  pintó unos seis mil cuadros. Hoy son  ávidamente buscados por avezados coleccionistas y  por manifiestos aficionados. 

Las publicaciones dedicadas a su obra son cuantiosas.  Un gran número de catálogos,monografías y artículos  dan fe de la inmortal fama del célebre marinista ruso. 

Recorrió toda Europa; viajó por  Asia, América y África. La mayor parte de su vida,  de hecho, la pasó viajando. Como pintor del Cuartel  General de la Armada (desde 1844), participó en  las campañas navales a Turquía, Asia Menor y las  islas del archipiélago griego. 

A lo largo de su primer  viaje al extranjero como becario de la Academia de  las Artes (1840-44), el incansable perseguidor de  nuevas impresiones que fue Aivazovsky visitó Italia,  Suiza, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Holanda,  Malta, Portugal y España, donde conoció Madrid,  Málaga, Granada, Sevilla, Cádiz e, incluso, se asomó a  Gibraltar”, explican en su biografía.

Lo que vemos en la sala son 25 obras que llevan a un recorrido por las diferentes representaciones del agua, el mar y el océano, en calma o embravecido, como paisaje, inspiración religiosa o escenario de batallas.

Sin duda alguna, la pintura rusa necesitaba  «su propio»  marinista y Aivazovsky fue el primero en ocupar ese  puesto, el cual ostentó en solitario durante largos años. Todos los demás pintores que pintaron marinas  fueron sus discípulos, o experimentaron su influencia.

Aivazovsky se manifestó, sobre todo como  marinista, de la manera más profunda, con la fuerza  de un artista de talento y decididamente genial. El  enorme y singular don natural que poseía requirió  de esa forma precisa, la pintura de marinas, para  desplegarse en todo su esplendor. 

Durante el recorrido por la exposición resulta interesante y a la vez ilustrativo descubrir que cuando  Nicolás I disponía los regalos para la Reina Victoria  o para la Casa Real de Suecia, encargara a la Fábrica  Imperial de la Porcelana unos jarrones con obras de  Aivazovsky estampadas. Resulta natural que ese fuera  el destino del legado de Aivazovsky, si consideramos que fue alguien mimado por la Corte.

También descubrimos la generosa actividad  filantrópica de Aivazovsky. Fue en buena medida con recursos económicos proporcionados por él que se  llevaron a cabo las excavaciones arqueológicas de  los asentamientos griegos en Crimea y las ruinas  medievales de la antigua Kaffa. 

También gracias a  Aivazovsky se puso en marcha la construcción del  ferrocarril hasta Feodosia y se construyó el acueducto  en su ciudad natal, a la que acabó regalando una galería de arte. 

Esta muestra de arte ruso es una belleza y es importante resaltar que nunca se ha llevado a cabo en España, ni en vida  de Aivazovsky ni después, una exposición individual  o retrospectiva de su obra. 

“En las  exposiciones de arte ruso que han tenido lugar en  España sólo se han podido ver algunas piezas sueltas  del gran marinista. Ahora, en Málaga, se pueden  contemplar. 

Todos los cuadros expuestos son genuinas  obras maestras. Por eso, esta pequeña porción de la  incontable cantidad de obras de este ilustre héroe de  la pintura que se conservan en todo el mundo refleja,  de la misma manera que una gota de agua del mar contiene la esencia de toda la inmensidad del cosmos,  las principales características del arte mayúsculo del célebre marinista. 

Un arte, el suyo, que fue tan sencillo como genial, tan perfectamente asequible a la  inteligencia como, a la vez, emocionante y enigmático; un arte que lo llevó a convertirse en una de las figuras más notables de la historia del arte nacional ruso y la  cultura artística universal”, detallan.