Por Deborah Buiza
Simba, en la película del El Rey león, no quiere esperar, el quiere ser el rey ¡ya! Sin embargo, eso no es posible, porque en ese momento hay un rey en el trono y tendrá que esperar a que ese espacio esté disponible; será para él, pero hay que esperar el tiempo correcto.
Hay cosas que tardan en llegar, un amor, una promoción, la consolidación de un proyecto, un bebé, una noticia que cambie el rumbo de las cosas; hay cosas que llevan tiempo y uno no siempre está dispuesto a esperar o se cansa de tanto esperar. Queremos que se cumplan nuestros deseos y nuestros sueños ¡ya!
Pero no todo gira en torno a nosotros y nuestros deseos, las flores abren cuando tienen que hacerlo, los bebés llegan incluso en los momentos más inesperados y hay cosas que no se realizarán por mucha voluntad, esfuerzo y deseo que tengamos.
Vivimos tan rápido que nos apura que las cosas sucedan de la forma que nos gustaría o que creemos que son mejores, en el momento que nos place, pero no, no todo depende de eso y es necesario aprender a esperar.
Es posible que nos resulte difícil practicar la espera porque deseamos resultados rápidos, porque no confiamos en el proceso, porque creemos que es mejor llegar a la meta que experimentar y disfrutar todo el recorrido.
¿Qué pasaría si soltamos las expectativas del resultado o del tiempo en el que tienen que suceder las cosas? ¿Qué podríamos hacer mientras esperamos?
Es fácil perder la paciencia y entrar en un estado de ansiedad, y dejar que nuestros pensamientos empiecen a crecer como una bola de nieve incrementando la sensación de incomodidad, pero que tal si le damos a nuestra mente algo en que ocuparse en lo que va pasando el tiempo.
Meditar, dibujar, correr, limpiar los armarios, tejer, escombrar el cajón de los recuerdos, siempre hay algo que hacer y que hemos dejado pendiente, eso puede servir para estar ocupados mientras el tiempo corre. Enfocar nuestra atención en otros temas puede quitarle peso a la espera.
Hay cosas que no por andar más apurado o ansioso se van a resolver o van a suceder, y no hay otra cosa que hacer más que esperar, sin embargo, la diferencia puede radicar en la manera en que lo hacemos, nuestra actitud puede determinar si hacerlo será una tortura o un espacio para algo más.
Ejercitar la paciencia no es sencillo, pero es posible, observar nuestros pensamientos y emociones y trabajar con ellas, encontrar la mejor manera de pasar el tiempo y enfocarnos en mantener una actitud positiva puede ser de ayuda.
Y a ti, ¿qué te ayuda en la espera?