Deborah Buiza
¡Oh, diciembre y sus festejos! Días de alegría, celebración, unión, amor, regalos, luces, brillo, comida deliciosa, reuniones y color. La temporada decembrina se siente como un fin de semana muy largo, mágico, divertido, colmado de recuerdos familiares y la creación de nuevos momentos divertidos y maravillosos… para algunos.
¡Oh, diciembre y sus tristezas! Días fríos y nublados, colmados de nostalgia y recuerdos tristes por las pérdidas, las ausencias y las distancias, mesas vacías, noches de oscuridad, soledad y sin mucho que agradecer o celebrar, sin luz ni magia y si con lágrimas, desesperanza y amargura. Una temporada que se siente pesada, inacabable y que con mucho gusto podría saltarse hasta el 7 de enero sin ningún problema. Demasiada luz, demasiado ruido, demasiado “gasto”, demasiadas emociones … para otros.
Para algunos y para otros esta temporada es muy diferente, es como andar en mundos paralelos, no se experimenta igual y en muchas ocasiones el contraste y el choque es bastante fuerte. Todos tienen sus razones y su muy particular forma de vivir esta temporada, lo importante es darnos cuenta de qué sucede con nosotros y preguntarnos cómo queremos vivir estos días, a nuestro modo, circunstancias y términos.
Nada nos obliga a ser festivos y navideños. Nada nos obliga a crear bellos y mágicos momentos a raíz de una celebración que tal vez no significa algo para nosotros o que ha perdido el sentido entre tanta mala experiencia y mercadotecnia, sin embargo, podemos definir y crear “nuestra temporada navideña”, o no.
Decidir cómo queremos pasar estos días puede reducir un poco el estrés que esta temporada suma a nuestras ocupaciones y preocupaciones diarias.
Decidir a qué reuniones quiero ir y cómo quiero ir.
Decidir qué quiero experimentar y que no.
Decidir qué si quiero adornar y que no.
Decidir qué quiero comer y disfrutar y que no.
Decidir con quien quiero convivir y con quien no.
Decidir en qué si quiero gastar, y puedo gastar, y en que no.
Escucharnos atentamente cada día y observar cómo nos sentimos y qué necesitamos. Tal vez habrá días que necesito más calor o menos brillo y menos ruido, y valga la pena guardarme un
poquito y recargar pilas o tal vez necesito hablar con alguien de lo que me sucede en estas fechas.
Tomemos con calma diciembre y sus festejos, saquemos la mantita y los adornos de navidad con calma, tomemos el ponche y la cocoa navideña con bombones con calma, las compras con calma, las convivencias con calma…
Si es verdad que diciembre y sus festejos hablan de luz y amor, busquemos esas lucecitas internas en nuestro corazón que nos guíen a lo largo del mes, en las celebraciones y en lo que haya que hacer sin comprometer nuestra salud mental ni nuestra paz emocional.
Buen diciembre para todos.