La pandemia trajo consigo, además del teletrabajo y la digitalización, un tipo de estrés ahora ya común y aún difícil de reconocer: la Tecnoestria.
Adaptarse a tecnologías cada vez más avanzadas crea tensión y nerviosismo, e incluso, puede volvernos reacios a la innovación.
La «tecnoestria» ha sido mencionada por los expertos en relaciones laborales como un factor que, en pequeñas dosis, motiva y mejora el rendimiento, pero en exceso puede inhibir las capacidades de respuesta, rendimiento y bienestar.
Cada generación ha enfrentado crisis y temores en torno a la adopción de nuevas formas de tecnología. Se han detectado cinco formas de tecnificación laboral:
Sobrecarga. Las nuevas tecnologías obligan a más trabajo y más rápido.
Invasión. Estar siempre conectados y disponibles 24×7.
Complejidad. Las personas dedican tiempo y esfuerzo a actualizar sus habilidades o buscar ayuda técnica.
Inseguridad: Temor a perder el puesto de trabajo frente a quienes entienden mejor lo novedoso.
Incertidumbre. El progreso tecnológico es continuo y los empleados se sienten frecuentemente desactualizados.