La compleja relación entre la estrella de rock Freddie Mercury y Mary Austin marcó sus vidas y trascendió hasta después de la muerte del icónico cantante.
La historia de amor entre el vocalista de Queen, Freddie Mercury, y Mary Austin no es una simple narrativa romántica. Su vínculo transgresor y eterno superó categorías y desafió las normas sociales desde que se conocieron en la boutique londinense Biba en los años setenta.
Cuando se encontraron, ella tenía 19 años y él 24. Las visitas del cantante a la tienda donde trabajaba Mary se volvieron cada vez más frecuentes, culminando en una relación amorosa que duró aproximadamente seis años. La conexión era tal que Mercury describía a Austin como «mi esposa», a pesar de que en 1976 le confesó que era gay. Pero, para Mary Austin, esto no fue un obstáculo. «El verdadero amor entiende y acepta», comentó años más tarde.
En los últimos años de la vida de Freddie Mercury, la confianza en Mary se consolidó cuando le pidió que se encargara de sus cenizas. Freddie no quería ser enterrado por temor a que sus fans lo desenterraran. Hasta la fecha, el lugar donde Mary esparció sus cenizas sigue siendo un secreto.
El testamento de Freddie Mercury reveló su profunda confianza en Austin. Además de dejarle una mansión valorada en 22.5 millones de euros y la mitad de su fortuna, que asciende a más de nueve millones de euros, Mercury también repartió su herencia entre otras personas significativas en su vida.
«Aparte de mis hijos, Freddie era todo para mí», afirmó Mary Austin, quien se casó con el empresario Piers Cameron en 1990, separándose años más tarde. Austin ha llevado una vida relativamente tranquila, alejada de los focos, pero aún recibe homenajes de los fans de Mercury.
La vida y la muerte de Freddie Mercury se entrelazan de manera inseparable con la de Mary Austin, su confidente, su amor y su eterna amiga. Su historia es un recordatorio de cómo el amor genuino puede trascender etiquetas y perdurar a través del tiempo y la adversidad.
